Una de las clasificaciones que empleamos al referirnos a los
vinos hace referencia al tipo de vinificación y
uva empleada, de esta manera encontramos:
Vinos Blancos: elaborados a partir de uvas de
variedades blancas y vinificación en blanco.
Vinos Tintos: elaborados a partir de uvas de
variedades tintas y vinificación en tinto.
Vinos
Rosados: elaborados desde uvas tintas o por mezcla de uvas blancas y tintas y
por vinificación en blanco.
Pero, ¿a qué
nos referimos cuando hablamos de vinificación en blanco o vinificación en
tinto?
La
diferencia básica radica en cómo se lleva a cabo la fermentación.
Mientras que
en una vinificación en tinto la fermentación se hace en presencia de las partes
sólidas es decir, en presencia de semillas, hollejos y en ocasiones también del
raspón; en una vinificación en blanco la fermentación se hace evitando el
contacto de las partes sólidas con el zumo.
Cada parte de la uva nos va a
proporcionar una característica:
En el hollejo, será donde
encontramos los componentes de los que resultarán las características de color,
textura, acidez de taninos y astringencia.
En la pulpa encontraremos fundamentalmente el
azúcar y la acidez característicos junto con aromas de tipo principalmente
herbáceo.
En las semillas de las uvas se encuentran
fundamentalmente sustancias polifenólicas de tipo tánico, pero que al contrario
de los que sucede con los polifenoles presentes en el hollejo, éstas tienen una
gran reactividad en cuanto a astringencia, por lo que su paso al vino en exceso
puede perjudicar las elaboraciones.
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